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Foto del escritor adhara yoga

TAURO - ME TENGO A MI MISMO Y DESEO LA LUZ

Actualizado: 8 oct 2019

Siguiendo con la entrega de los escritos de Gururattan Kaur Khalsa, (autora de cuatro de los primeros manuales de kundalini yoga) sobre la evolución espiritual del ser, por medio del camino de cada uno de los signos zodiacales, esta vez os compartimos la primera parte de TAURO:



TAURO - ME TENGO A MI MISMO Y DESEO LA LUZ

Por Gururattan Kaur Khalsa, Ph. D.


El Sol brilla en el firmamento de Tauro del 19 de Abril al 19 de Mayo.


SIMBOLOGIA; EL TORO

Tauro es simbolizado por el Toro. Puede ser tanto el determinado y decido a embestir Toro o la vaga y satisfecha vaca. Tauro puede ser representado como la Madre Tierra; la fuente completa de toda riqueza y bienestar. En su función de Madre Naturaleza, es generosa, pero tampoco tiene perdón. Las leyes de la naturaleza son aplicables a todos sin excepción.


SIGNOS TERRESTRES

Los seres humanos existen en el Planeta Tierra y nuestros cuerpos están compuestos de materia. Nuestro campo energético está intrínsicamente conectado a la naturaleza y a las fuerzas de la naturaleza. Nuestros desafíos finales, los cuales culminan en nuestra iniciación espiritual, involucran el dominio de la materia. Los desafíos de los signos del elemento Tierra (Tauro, Virgo y Capricornio)nos confrontan con:

1. La salud, confort y placer de nuestros cuerpos físicos,

2. La habilidad de proveer para nosotros mismos y acomodar nuestras necesidades básicas,

3. Nuestra capacidad de encontrar un trabajo significativo, el cual exprese nuestra singular creatividad y hacer un contribución positiva a la sociedad como totalidad,

4. Nuestra habilidad para actuar de forma responsable y alcanzar autoridad en nuestras áreas particulares de habilidad y competencia,

5. El alcanzar una sensación de valor y valía, el cual puede ser medido en dinero, servicio, honor o auto-estima.


Tauro está enamorado con la belleza de la Madre Tierra y todos los obsequios de la Naturaleza. Tauro nos ayuda a apreciar los tesoros obvios y escondidos, el poder, la riqueza y la belleza de la Tierra. Tauro también nos ayuda a establecer contacto con el sencillo placer del estar vivo y el placer que podemos experimentar en nuestros cuerpos. Tauro nos recuerda que el cuerpo humano está diseñado para el disfrute de nuestras experiencias a través de nuestros sentidos; olor, visión, tacto, sonido y sabor. La gratificación física obtenida a través de la aceptación/abrazamiento de la naturaleza, nuestros cuerpos y el sexo apasionado son el territorio de Tauro. Tauro no opone la materia al espíritu avergonzando al cuerpo. Tauro honra el vehículo humando como una expresión Divina de Diosa y el obsequio de la Tierra.

La vida Terrestre es el territorio de Tauro, conocido como el más lento e inflexible de los signos. Tauro nos enseña el arte de vivir; como enfrentarnos a las pruebas y desafíos de la vida y en ese proceso alcanzar las victorias, las cuales llevan a la espiritualización de la materia y nuestra experiencia humana. Tauro nos enseña como transformar deseo material en deseo espiritual o devoción.


Yogui Bhajan explica el concepto de GOD (Dios) como G-Generating (generación), O-organizing (organización) y D- destruction o delivery (destrucción o entrega). Tauro puede decidir usar su energía en bruto tanto para destruir como para entregar. Un Maestro Tibetano afirma, "Tauro forma los instrumentos de vivencia constructiva, o destrucción. Forma las cadenas a aprisionan, o crea la llave que abre el misterio de la vida"[1].


ARQUETIPOS ASTROLÓGICOS

Cada signo del zodiaco es un arquetipo que representa un principio universal y un aspecto de la psique humana. La odisea humana incluye pruebas, desafíos y esperemos el eventual dominio de cada arquetipo. La secuencia del zodiaco ilustra el ciclo de desarrollo humano desde el nacimiento a la muerte. El primer signo, Aries, corresponde a los primeros 18 meses de infancia, cuando el niño no experimenta ninguna separación entre él mismo y el resto del mundo. La realidad del niño está limitada al "yo, aquí y ahora"[2]. La lección espiritual de Aries consiste en desarrollar un fuerte sentido de su propia identidad. Es nuestra propia identidad la que forma la base de todas las otras lecciones y experiencias de la vida.

SEGURIDAD Y GRATIFICACIÓN SENSUAL

El arquetipo de Tauro representa la necesidad de gratificación sensual y seguridad. Para entender cómo éstas están relacionadas, debemos entender los primeros años del proceso del desarrollo humano.


Tauro representa la segunda fase del desarrollo humano, cuando se expande su percepción del mundo y se incluye algo más que su propio ser o necesidades. Alrededor de la edad de 18 meses, el niño se hace conciente del hecho de que hay otros seres y un entorno, lo cuales no son predeciblemente controlables y existen separados de él mismo. El niño despierta a la inquietante realización de que la realidad que le rodea tiene su propia autonomía. Puede "cambiar, puede frustrar, puede irrumpir, mamá puede irse y no volver!"[3].


La experiencia de separación y falta de control dan lugar a la urgente necesidad de garantizar la seguridad de nuestra propia existencia. En esta fase el niño se vuelve muy inseguro y excesivamente sensible a cualquier cambio que pueda percibir como un abandono. Necesita una continua poder confiar en que su madre está presente, de que es amado y de que el mundo está ahí para él. Para procesar el hecho que no es omnipotente, el niño busca prueba de que su entorno y relaciones son seguras, estables y predecibles. Así nacen los ositos de peluches u otros objetos de mimo; son objetos que le confortan y proveen una sensación de seguridad. Es en esta fase de desarrollo que el concepto de pertenencia y apego se hacen parte de la realidad del individuo.


"Si la madre está lo suficientemente disponible y responde a la necesidad de su hijo/a de amor y consuelo", el niño creará una sensación interna de maternidad que es "suficientemente estable y permanente para poder ser evocado por el niño en la ausencia de la persona materna..." "El niño es capaz de hacer uso de la representación mental de la madre de tal forma que le proporciona una sensación calmante y confortante, igual a que si la madre estuviera presente interiormente, de forma constante. La madre se convierte en la base del amor propio del niño. Precisamente ésta capacidad de amarse a sí mismo es lo que permite que el concepto del ser permanezca estable incluso en momentos de leve temor y experiencias frustrantes. O sea, el niño es capaz de mantener una imagen positiva de sí mismo, a pesar de experiencias momentáneas de dolor, porque él o ella ha interiorizado una función de cariño que anteriormente era provista por la madre"[4].

AUTO-IMAGEN Y AMOR POR UNO MISMO

Antes de los tres años, el niño se identifica con lo que está experimentando en ese momento. Si es una "mala" experiencia, se ve a sí mismo como "malo". Si es una "buena" experiencia, se ve a sí mismo como "bueno". Es la interiorización del amor de madre y la del amor por él mismo lo que le permite al individuo tener experiencias (y posesiones) y mantener una identidad separada del ser. El arquetipo de Tauro representa esta capacidad de amarse a sí mismo, la cual forma una la base de una sensación segura y estable de identidad independiente de experiencias y cambios en el entorno y las relaciones de uno. Tauro es el mecanismo homeostático que mantiene una sensación del estar anclado y ser consistente.

El joven niño no solamente descubre el mundo exterior, si no que también descubre su propio cuerpo. Descubre que su cuerpo es una fuente de control, acción y placer. El niño aprende a usar su cuerpo para la gratificación sensual y los placeres físicos. Es el contacto físico con su osito de peluche, su mantita, las tartas de barro y los cucuruchos de helado lo que le dan al niño una sensación de seguridad y le aseguran que el mundo es un lugar seguro y de que él mismo es real y permanente[5].

El arquetipo de Tauro representa la necesidad de sentirse a salvo y seguro, y gratificación sensual. Partiendo de la breve descripción previa, podemos entender cómo están intrínsicamente relacionados estos procesos de desarrollo. También podemos empezar a entender que si el joven Tauro no recibe el amor materno y reafirmación que necesita, su habilidad de mantener una experiencia de estar a salvo y seguro se verá frustrada. Partiendo de esta profunda necesidad de amor por uno mismo han nacido muchas terapias, incluyendo la terapia de re-educar el niño interior (o auto-paternidad).


VENUS; DIOSA DEL PLACER Y LA FELICIDAD

Venus es el planeta asociado con Tauro. La diosa Venus y Afrodita, dentro de la mitología griega, encarna el mismo principio infantil de disfruta desinhibido de placeres físicos. La licencia sexual y el abandono de las "rameras" de los templos en tiempos antiguos eran "entrenadas para ser un recipiente mortal del júbilo divino y el éxtasis de la diosa"[6]. Lejos de ser discriminadas por su papel, se la atribuía una gran importancia a su función de "generadoras de fuerza vital creativa en los hombres". La sensualidad espontánea de Venus, Afrodita y de hecho Tauro es sin apego. Su poder absoluto de atracción proviene del hecho de que está completamente segura de sí misma. Dado que no se siente vulnerable, puede amar genuinamente.

No tiene que hacer nada para ser amada. Es amada por quién es. Es la amada, la diosa personificada y lo sabe. Emana amor. Su amor proviene de dentro y ella genera placer de forma independiente, partiendo de la experiencia de su cuerpo. Es el amor por ella misma lo que hace posible el que disfrute de su cuerpo y de su amante sin ser apegada, poseída o dependiente de otra persona para su seguridad.


Venus y Tauro se ocupan del placer, el confort y la gratificación física. Venus le enseña a Tauro cómo obtener lo que desea y cómo disfrutar de lo obtenido. Venus le enseña a Tauro a evitar el dolor concentrando su energía en lo que la hace feliz y a evitar la vulnerabilidad siendo auto-suficiente y desapegada.


Venus valora la felicidad. Venus valora lo que le da placer y seguridad y lo que la hace sentirse bien. El terreno de Tauro incluye la adquisición de objetos materiales, el tener experiencias, y el atraer relaciones por el placer y la seguridad que ofrecen. Venus también nos enseña a buscar en nuestras vidas la belleza y la armonía encontradas en el mundo de la naturaleza.


Si Tauro integra los sabios consejos de Venus e internamente genera su propio amor, no se sentirá ansiosa sobre si es amada o no. Fiel a su naturaleza metódica, entrará en relaciones de forma relajada, estableciendo la confianza de forma lenta y cauta. El Toro nos enseña que la confianza mutua es posible si ambos individuos están anclados en su propia seguridad. Amor por uno mismo hace que el compañero/a pueda ser amado y asegura a la otra persona que no se verá agravada con la imposible responsabilidad de hacer que la otra persona se sienta amada.

El Tauro evolucionado encarna esta presencia calmada, relejada y serena, la cual exude sensualidad. Tauro es precioso, terrestre, tocable, invitador y deseable. "Tauro es el fértil campo esperando a ser arado. No podemos dejar de resaltar que Tauro está en primer lugar cometido al placer de su propio cuerpo. Con Júpiter en Tauro en la Ascendente, Mae West lo expresó muy bien cuando dijo `Demasiado de una cosa buena puede ser maravilloso"[7].


Tauro es la base de nuestro ser. Tauro es la sensación segura y estable del ser. Tauro es el ser encarnado que tiene profundas raíces en el amor hacia uno mismo. Tauro nos enseña que debemos primero tener una sólida fundación en el placer de nuestros propios cuerpos antes de poder compartir esta experiencia con otras personas. Tauro debe sentirse seguro dentro de su propio cuerpo y estar seguro de sus propias fronteras físicas y energéticas antes de permitir a otra persona entrar en su espacio. Tauro nos instruye a cómo construir la base que nos proporciona la capacidad del disfrute sexual[8].


VALOR Y DESEO

Tauro tradicionalmente es asociado con la adquisición de posesiones, la capacidad y necesidad de ganarse la vida y el deseo y necesidad de tener seguridad. Todo lo anteriormente mencionado refleja el deseo básico de sentirse seguro y a salvo en este mundo. A pesar de que la atención a menudo se fija en las manifestaciones físicas de la seguridad, la motivación básica es una necesidad interior e instintiva, lo cual a menudo tiene poco que ver con objetos tangibles o situaciones físicas. El significado y importancia más profundos de las lecciones de y obsequios de Tauro están relacionados con la naturaleza de deseo del ser humano. La cuestión y el sendero de Tauro consisten en dirigir la naturaleza de deseo hacia la obtención de valores que la lleven a tener una experiencia de verdadera seguridad y contentamiento.

La naturaleza de deseo humana tiene la tendencia a poseer cosas fuera de uno mismo. Esta orientación externa de las energías de nuestros deseos indudablemente es ayudada por nuestra sociedad consumista y por las religiones que nos enseñan que Dios es algo exterior a nosotros mismos. El impulso básico a poseer es motivado por el DESEO, alimentado por la creencia en VALOR y valoración, e incubado por nuestra búsqueda espiritual por SIGNIFICADO. A pesar de ello, dado que el deseo básico de Tauro es la seguridad y todo fuera de nosotros cambia y está fuera de nuestro control, el Toro eventualmente se da cuenta de que las únicas posesiones permanentes son las cualidades dentro de él mismo. Todas las posesiones físicas, ganancias financieras, estatus social y relaciones pueden ser arrebatadas, destruidas, perdidas o devaluadas. Tan sólo sus actitudes mentales, su estabilidad emocional y atributos espirituales le pueden dar la sensación de seguridad y permanencia que busca[9]. Lo que Tauro busca, en el fondo es una cualidad interna o estado de ser.


La odisea espiritual del Toro es la de la iluminación; iluminar y elevarse a él mismo hacia el plano físico. El desafío consiste en no dejarse atrapar en el mismo plano físico que está aquí para iluminar. La energía básica de deseo de Tauro provee el combustible para la motivación y el incentivo. El desafío de Tauro es el de usar su energía de deseo para la aspiración espiritual, lo cual se traduce en la necesidad de liberarse a sí mismo y a otros seres humanos del apego a la materia[10]. Hacen falta las habilidades decididas y resueltas de Tauro para embarcarse en una tarea de esta envergadura.


CABEZA Y CORAZÓN; BUDA Y CRISTO

Las enseñanzas de Buda encarnan las lecciones de Tauro. Buda (el cual vivió durante la era de Tauro) enseñaba cómo el desapego a la materia es la manera en la que alcanzamos la experiencia de la Luz. Enseñaba a cómo abrir el tercer ojo o el ojo del Toro. Cuando el ojo interior de la conciencia está abierto, la expresión del Alma puede manifestarse en la vida diaria a través de la guía de la intuición. La expresión más plena de nuestra existencia humana puede ser alcanzada cuando despertamos interiormente.


Hay una relación especial entre el corazón, el cual es el centro de Cristo, y la ceja, el cual es el centro Búdico. La ceja es sabiduría y el corazón es Amor. Cuando los dos centros están abiertos y conectados, se hace posible el despliegue la expresión más álgida de nuestra humanidad. A medida que abrimos nuestros corazones y nuestras mentes superiores, interiorizamos y exteriorizamos tanto los aspectos de Cristo como de Buda dentro de nosotros mismos. El desafío y tarea de Tauro consiste en liberarnos de las ataduras de la materia y posesividad para que así la Sabiduría y el Amor puedan ser alcanzados[11].


La transformación requiere forjar un canal nítido, y así poder ver el sendero. Energías más densas deben ser transmutadas en energías superiores para que así el individuo pueda encarnar la voluntad Divina. Este proceso requiere de desapego y la redirección del deseo, lo cual nos libera y las cadenas que limitan la más completa expresión de nuestra humanidad[12].

Continuará...


Si quieres leer la segunda parte:


Recuerda que contamos con sesiones de Astrología Psicológica


 

[1] "Soul-Centered Astrology", Alan Oken, Crossing Press, Freedom, CA, 1990, p. 170.

[2] "Pluto Phatology", por Glenn Perry, The Mountain Astrologer, Feb-Marzo 1999, Edición Nº 83, p. 29

[3] Perry, p. 29

[4] Perry, p. 29

[5] Perry, p. 30

[6] Perry, p. 30

[7] Perry, p. 31

[8] Perry, p. 31

[9] Perry, p. 39

[10] Oken, p. 167

[11] Oken, p. 168

[12] Oken, p. 170


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